Hoy os traigo un post muy especial. Seguramente el más especial que podré publicar, porque es algo que viví e inmortalicé durante un solo día y que no volveremos a repetir. Es el post de los detalles de mi boda.
Nos casamos en febrero, un día de invierno al 100%, no recuerdo un día más invernal en todo el año. Amanecimos en el Hotel Iriarte Jauregia (Bidania, Gipuzkoa), con un paisaje nevado espectacular, y los nervios de que ni el autobús con los invitados, ni la peluquera, ni el fotógrafo pudieran llegar hasta allí. Pero por supuesto que llegaron:).
Desayunamos en el restaurante, antes de que el personal del hotel empezara a preparar todo el comedor para nuestro banquete.
Estuve relajadísima mientras Noe (La Petite, Lasarte-Oria, Gipuzkoa) me peinaba en mi habitación, con mi chimenea y viendo la lluvia y la nieve caer. Pese a las quejas de muchos invitados, nosotros queríamos casarnos en invierno, pues es una estación que nos gusta mucho y que nos transmite esas ganas de estar en familia, en un sitio acogedor, con nuestra chimenea, disfrutando de una comida calentita.
Una vez lista, mis padres (quién mejor que ellos) me llevaron hasta la iglesia, donde me esperaban todos los invitados, y mi futuro marido. Me sentí muy feliz durante el corto camino hasta el altar mientras el organista inundaba la iglesia con el «here comes the bride», cogida del brazo de mi padre.
Después de tanto tiempo planeando todo, las flores, las velas, las fotos de mis abuelos en la mesa del altar…no podía estar más satisfecha con la calidez que respiraba mientras dábamos el paso más importante de nuestras vidas.
Después de la ceremonia y las fotos de pareja mientras los invitados disfrutaban del cóctel, pasamos al comedor. La satisfacción que sentí al entrar por la puerta no pudo ser mayor. Había dedicado muchísimo tiempo a la decoración del comedor, todo estaba realizado por nosotros, cada detalle había sido transmitido al gerente del hotel, quién se encargó de hacer realidad mi sueño al 100%. Al ser una boda íntima con solo 30 invitados, pude encargarme de hacer todo yo misma con la ayuda de mi pareja y nuestros padres. Bendito Pinterest, que lo tuve echando humo durante meses.
El banquete fue espectacular, estaba todo buenísimo, se respiraba muy buen rollo entre los invitados, y la lluvia fuera hacía que estuviéramos más agusto si cabe en ese ambiente tan acogedor. No puedo dejar de enseñaros la tarta, pues era muy «nosotros», y yo misma vestí a los ciervos de novios, y maree a mi suegro para que me consiguiera una base de tronco para presentarla.
Después, seguimos con la entrega de detalles, el baile…y al caer la noche, nos desplazamos hasta San Sebastián, ya sin lluvia, para seguir la fiesta con todos nuestros amigos, que se reunieron allí con nosotros.
Fue un día muy especial que siempre recordaré con mucha felicidad. Gracias a todos los que lo compartieron con nosotros, a los profesionales que hicieron realidad mis deseos; y muy especialmente, gracias al hombre de mi vida.